[ Pobierz całość w formacie PDF ]
visible esfuerzo, dijo débilmente:
Si llegara el caso en que me...
Sí añadí, ayudándola en que se casara usted. ¿Qué es lo que desea?
Que no permita a mi tutor que me separe de Marian dijo con súbita
energía . Se lo ruego, señor Gilmore. Ponga usted como condición que Marian
viva siempre a mi lado.
En otra circunstancia cualquiera me hubiera divertido tal vez ver está
interpretación esencialmente femenina de mi pregunta, y del párrafo legal con que
la había preparado. Pero diciendo aquellas palabras, su voz y su aspecto no sólo
me lo impidieron, sino que me dejaron profundamente desolado. A pesar de la
brevedad de la frase, se demostraba un desesperado deseo de prolongar un pasado
que auguraba muy malo para el porvenir.
El que su hermana viva en su compañía es cuestión a resolver mediante un
convenio privado le dije . Creo que usted no ha interpretado bien mis
palabras. Me refiero a sus intereses, al empleo que quiera usted dar a su dinero.
Supongamos que al llegar a su mayoría de edad quiere usted hacer testamento. ¿A
quién nombraría su heredero?
Marian ha sido para mí más que una hermana: una madre dio con los ojos
brillando, de gratitud ¿Se lo puedo dejar todo a ella, señor Gilmore?
Claro querida le contesté , pero debo recordarle que se trata de una gran
fortuna. ¿Lo quiere usted dejar todo a ella?
La señorita Fairlie vaciló. Cambió varias veces de color y su mano acarició de
nuevo el álbum.
No, todo no dijo . Además de Marian hay alguien...
Calló. Sus mejillas eran del color de la púrpura, y sus dedos, como si tocaran
alguna melodía favorita, tecleaban en los márgenes de las acuarelas.
Alguien continué alguien a quien quisiera dejar un recuerdo... Si yo muero
primero...
Calló otra vez. Me miré y volvió la cabeza. Al cambiar de postura cayó su
pañuelo al suelo, y de pronto escondió el rostro entre las manos y se echó a llorar.
La tristeza que me ocasionaba su dolor me hizo olvidar los años transcurridos y el
cambio que nuestras respectivas posiciones habían experimentado. Acerqué a la
suya mi silla, recogí el pañuelo y, apartando suavemente las manos de su rostro,
le dije:
No llore más, querida y sequé con el fino pañuelo las lágrimas, como lo
hubiera hecho diez años antes.
Fijé el mejor procedimiento para tranquilizarla. Escondió su cabeza en mí pecho
y, sonriendo débilmente a través de las lágrimas, me dijo:
Lamento mucho haber olvidado hasta este punto... Pero desde hace tiempo
estoy muy débil y nerviosa lloro a veces sin motivo. Estoy mejor y le podré
contestar a todo lo que usted quiera.
No, no, querida le dije . No hablemos más por hoy. Ha dicha ya usted
bastante para que me cuide de sus intereses, como es mi deber. En otra ocasión,
ya nos ocuparemos de lo que usted quiera.
Empecé otra conversación, y diez minutos después su semblante se había
animado. Me levanté entonces para despedirme.
Vuelva a verme me dijo insistentemente . Venga otra vez y verá cómo seré
más digna del interés que usted me ha demostrado. ¿Verdad que volverá?
Espero encontrarla mejor cuando vuelva le dije mejor y más feliz. Dios la
bendiga.
Me ofreció la frente, y dejé en ella un beso paternal. También los abogados tienen
corazón, y el mío sufrió mucha en aquella ocasión.
... .. ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
... ...
Acercábase la hora de mi partida. Por medio de un criado mandé recado al señor
Fairlie diciéndole que me hubiese despedido gustosamente de él, pero que tenía
que ser inmediatamente, porque la premura de tiempo me lo impedía. Por medio
del mismo criado me envió su respuesta en una hoja de papel, según estas líneas:
«Muchos recuerdos y buen viaje, querido Gilmore. Para mí una de las cosas más
perjudiciales es la prisa. Cuídese y hasta pronto»
Antes de marchar pude hablar con la señorita Halcombe.
¿Ha hablado usted con Laura? me preguntó.
Sí repuse . Está muy débil y nerviosa. Me alegro de que usted le haga
compañía.
La penetrante mirada de la señorita Halcombe se clavó en mí.
Veo me dijo que ha cambiado usted con respecto a Laura. Hoy está más
dispuesto a complacerla que ayer.
Sin una gran preparación, no debe nunca un hombre complicarse en discreteos
con una mujer, y menos con una de tan sutil ingenio como la señorita Halcombe.
Por esta razón, me limité a contestar:
Téngame al corriente de lo que ocurra. No haré nada sin sus noticias.
De nuevo me miró fijamente, diciendo después:
Deseo que todo esto termine de una vez, y usted también lo desea.
Sin más, nos despedimos, estrechándonos cordialmente las manos.
Sir Percival tuvo empeño en acompañarme cortésmente hasta el coche.
Si alguna vez pasa usted por mis posesiones me dijo , no olvide que será
para mí un placer verle de nuevo. En cualquier sitio donde yo esté será siempre
muy bien recibido el leal y antiguo amigo de esta familia.
Era, realmente, un hombre encantador, cortés, considerado y de una simpatía
verdaderamente irresistible. Al arrancar el coche que debía conducirme a la
estación, estaba completamente convencido de que haría gustosamente cualquier [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
zanotowane.pl doc.pisz.pl pdf.pisz.pl wyciskamy.pev.pl
visible esfuerzo, dijo débilmente:
Si llegara el caso en que me...
Sí añadí, ayudándola en que se casara usted. ¿Qué es lo que desea?
Que no permita a mi tutor que me separe de Marian dijo con súbita
energía . Se lo ruego, señor Gilmore. Ponga usted como condición que Marian
viva siempre a mi lado.
En otra circunstancia cualquiera me hubiera divertido tal vez ver está
interpretación esencialmente femenina de mi pregunta, y del párrafo legal con que
la había preparado. Pero diciendo aquellas palabras, su voz y su aspecto no sólo
me lo impidieron, sino que me dejaron profundamente desolado. A pesar de la
brevedad de la frase, se demostraba un desesperado deseo de prolongar un pasado
que auguraba muy malo para el porvenir.
El que su hermana viva en su compañía es cuestión a resolver mediante un
convenio privado le dije . Creo que usted no ha interpretado bien mis
palabras. Me refiero a sus intereses, al empleo que quiera usted dar a su dinero.
Supongamos que al llegar a su mayoría de edad quiere usted hacer testamento. ¿A
quién nombraría su heredero?
Marian ha sido para mí más que una hermana: una madre dio con los ojos
brillando, de gratitud ¿Se lo puedo dejar todo a ella, señor Gilmore?
Claro querida le contesté , pero debo recordarle que se trata de una gran
fortuna. ¿Lo quiere usted dejar todo a ella?
La señorita Fairlie vaciló. Cambió varias veces de color y su mano acarició de
nuevo el álbum.
No, todo no dijo . Además de Marian hay alguien...
Calló. Sus mejillas eran del color de la púrpura, y sus dedos, como si tocaran
alguna melodía favorita, tecleaban en los márgenes de las acuarelas.
Alguien continué alguien a quien quisiera dejar un recuerdo... Si yo muero
primero...
Calló otra vez. Me miré y volvió la cabeza. Al cambiar de postura cayó su
pañuelo al suelo, y de pronto escondió el rostro entre las manos y se echó a llorar.
La tristeza que me ocasionaba su dolor me hizo olvidar los años transcurridos y el
cambio que nuestras respectivas posiciones habían experimentado. Acerqué a la
suya mi silla, recogí el pañuelo y, apartando suavemente las manos de su rostro,
le dije:
No llore más, querida y sequé con el fino pañuelo las lágrimas, como lo
hubiera hecho diez años antes.
Fijé el mejor procedimiento para tranquilizarla. Escondió su cabeza en mí pecho
y, sonriendo débilmente a través de las lágrimas, me dijo:
Lamento mucho haber olvidado hasta este punto... Pero desde hace tiempo
estoy muy débil y nerviosa lloro a veces sin motivo. Estoy mejor y le podré
contestar a todo lo que usted quiera.
No, no, querida le dije . No hablemos más por hoy. Ha dicha ya usted
bastante para que me cuide de sus intereses, como es mi deber. En otra ocasión,
ya nos ocuparemos de lo que usted quiera.
Empecé otra conversación, y diez minutos después su semblante se había
animado. Me levanté entonces para despedirme.
Vuelva a verme me dijo insistentemente . Venga otra vez y verá cómo seré
más digna del interés que usted me ha demostrado. ¿Verdad que volverá?
Espero encontrarla mejor cuando vuelva le dije mejor y más feliz. Dios la
bendiga.
Me ofreció la frente, y dejé en ella un beso paternal. También los abogados tienen
corazón, y el mío sufrió mucha en aquella ocasión.
... .. ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
... ...
Acercábase la hora de mi partida. Por medio de un criado mandé recado al señor
Fairlie diciéndole que me hubiese despedido gustosamente de él, pero que tenía
que ser inmediatamente, porque la premura de tiempo me lo impedía. Por medio
del mismo criado me envió su respuesta en una hoja de papel, según estas líneas:
«Muchos recuerdos y buen viaje, querido Gilmore. Para mí una de las cosas más
perjudiciales es la prisa. Cuídese y hasta pronto»
Antes de marchar pude hablar con la señorita Halcombe.
¿Ha hablado usted con Laura? me preguntó.
Sí repuse . Está muy débil y nerviosa. Me alegro de que usted le haga
compañía.
La penetrante mirada de la señorita Halcombe se clavó en mí.
Veo me dijo que ha cambiado usted con respecto a Laura. Hoy está más
dispuesto a complacerla que ayer.
Sin una gran preparación, no debe nunca un hombre complicarse en discreteos
con una mujer, y menos con una de tan sutil ingenio como la señorita Halcombe.
Por esta razón, me limité a contestar:
Téngame al corriente de lo que ocurra. No haré nada sin sus noticias.
De nuevo me miró fijamente, diciendo después:
Deseo que todo esto termine de una vez, y usted también lo desea.
Sin más, nos despedimos, estrechándonos cordialmente las manos.
Sir Percival tuvo empeño en acompañarme cortésmente hasta el coche.
Si alguna vez pasa usted por mis posesiones me dijo , no olvide que será
para mí un placer verle de nuevo. En cualquier sitio donde yo esté será siempre
muy bien recibido el leal y antiguo amigo de esta familia.
Era, realmente, un hombre encantador, cortés, considerado y de una simpatía
verdaderamente irresistible. Al arrancar el coche que debía conducirme a la
estación, estaba completamente convencido de que haría gustosamente cualquier [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]