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arreglárselas para escapar del corral, si no era utilizando sus cuernos para abrir la puerta,
simplemente destrozándola. Si la puerta resultaba demasiado fuerte para romperla, podía
matarse en el proceso de derribarla y con eso quedaría libre la cosa mental para buscar
otro huésped. También, si la ocasión se presentaba, podía convertirse en una máquina
mortífera muy eficiente. Guiada con inteligencia sería más peligrosa que un toro. Y podía
utilizarse alguna con más facilidad todavía durante el día si estaba pastando o dormitando
en el campo a la sombra de un árbol, por ejemplo. Por lo demás, muy pocas de las rejas
que utilizaban en las granjas serían bastantes para resistir la carga de una vaca.
Estudió al caballo. También podía ser útil en ciertos sentidos. Posiblemente más que
una vaca. Podía correr mucho más rápido, podía saltar fácilmente una reja o utilizar sus
patas delanteras para destrozar una más alta. Y sus coces podían ser tan letales como
las cornadas de una vaca.
Por último, el gato. Mientras lo estudiaba (tal como hacía con los otros animales)
relacionaba su estudio con los conocimientos que había adquirido en la mente de Tommy;
comprobó que sus características y habilidades, para un propósito especial e importante,
lo convertían casi en un huésped perfecto.
Podía espiar. Podía ir casi a todas partes sin que lo notaran. Era rápido y podía
moverse en silencio. Su vista de noche era casi tan buena como la de una lechuza y,
contrariamente a la lechuza, podía ver aún mejor durante el día. Y, como había docenas
de gatos entre este lugar y la ciudad y otras docenas en la misma ciudad, y como los
gatos duermen tanto de día como de noche, uno de ellos sería siempre un huésped fácil
de conseguir.
Decidió que, cuando tuviera tiempo, probaría uno para experimentar el alcance real de
sus posibilidades. Tenía tiempo. Entró en la mente del que estaba en el corral.
Abrió los ojos. Sí, aunque su visión nocturna era inferior a la de una lechuza, podía ver
bastante bien aun en la completa oscuridad que había en el corral, oscuridad que apenas
aliviaba la pálida luz de la luna que pasaba a través de una ventana. Guió al gato hasta la
ventana, que estaba abierta, saltó hasta el borde y después al suelo, fuera. A la luz de la
luna, aunque era débil (sólo cuarto creciente) podía ver perfectamente bien.
Lo hizo correr varias veces en torno a la casa y notó el silencio con que era capaz de
hacerlo - apenas si algún leve sonido en la grava del camino - y la velocidad que
alcanzaba. Comprobó que podía correr muy rápido en distancias cortas. En una
persecución podía adelantar fácilmente a un perro, aunque, si éste continuaba en su
seguimiento, seguramente lo podría alcanzar si antes no encontraba su escondrijo o un
árbol en que encaramarse.
Había un árbol detrás del corral y ensayó su capacidad para trepar. La encontró
excelente.
Desde casi la punta del árbol, a través de unas ramas, podía ver que había luz en una
habitación del segundo piso de la casa de la granja más próxima hacia la ciudad. No
había tenido la intención de mantenerse dentro del gato durante tanto tiempo ni de llevarlo
hasta tan lejos, pero era una excelente oportunidad para probar sus condiciones de espía.
Bajó del árbol al gato y lo hizo trotar por el campo hacia la casa de la otra granja. El
gato se movía como una sombra en la noche.
Cuando llegó a la otra casa notó que eran dos las ventanas encendidas, las dos,
obviamente, de la misma habitación, una del rincón del segundo piso. La que había
divisado desde el árbol de la granja de Gross era la de un lado; la otra estaba
exactamente sobre una terraza. Había un árbol cerca y el gato subió suavemente de rama
en rama hasta la altura de la terraza, desde allí saltó, deslizándose, hacia el borde exterior
de la ventana.
Sus ojos se adaptaron rápidamente para mirar dentro de la habitación iluminada. Un
niño estaba acostado y tosía desesperadamente. Una mujer en traje de baño y con
medias estaba inclinada sobre el niño un hombre de aspecto cansado estaba en pijama
apoyado en la puerta. De su conversación - audible para sus oídos de gato aún a través
de la ventana cerrada - dedujo la cosa mental que el niño tenía gripe. El hombre le
preguntaba a la mujer si podía encargarse de él o si sería mejor llamar al doctor Gruen.
La escena en sí misma no interesaba a la cosa mental, pero ya sabía que estaba en lo
cierto cuando asignó al gato las cualidades de un perfecto espía.
Si no hubiera sido por la necesidad que tenía de alimentarse, habría seguido
hospedado en el gato toda la noche y lo habría utilizado al día siguiente para ampliar su
conocimiento sobre las otras granjas. Incluso lo habría llevado a la ciudad, quizá para
seguir al propietario del negocio de reparación de radios y televisores desde el trabajo a la
casa para saber dónde vivía. Pero lo primero era alimentarse y sobrarían después los [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
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