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se les entregara a los emisarios del Rey Salomón. Quince Maestros, acompañados de una fuerte
escolta se apoderaron de los 2 criminales, los cargaron de cadenas y los llevaron a Jerusalén
para ser juzgados y luego martirizados y decapitados; sus cabezas fueron clavadas sobre las
puertas de Jerusalén (*46).
- El Delta sagrado -
Desde una época muy remota, cuando vivía el patriarca Enoch, nadie pudo decir el
verdadero nombre de Dios hasta que el fue pronunciado por el propio Yahvé cuando apareció a
Moisés en la zarza encendida (*1). El legislador del pueblo Hebreo mandó hacer una gran
medalla de oro, en la que grabó el nombre sagrado de Dios y la colocó en el Arca de la alianza.
En la época de Samuel, los Filisteos se apoderaron de la Arca y fundieron la gran medalla
de oro para construir un ídolo, de tal manera que el nombre de Dios quedó perdido para
siempre.
El nombre sagrado subsistía solamente sobre el delta de oro empotrado en la piedra de
ágata gravado por Enoch; pero nadie conocía la localización del sitio donde el patriarca biblíco
habia disimulado el precio secreto 2.770 años antes.
Salomón quiso tener el delta de oro para consagrar el templo de Jerusalén a la gloria del
«Gran Arquitecto del Universo» y ordenó a tres Maestros: Zabulón, Satolkin y Yehu-Aber de
ponerse a buscar la bóveda secreta de Enoch para extraer la piedra y el delta gravado. Después
de grandes estudios y penosos viajes, los 3 Maestros lograron descubrir la entrada de la bóveda
subterránea en la cual encontraron el cubo de ágata, en una de cuya cara estaba incrustada un
triángulo de oro muy brillante que tenía esculpido en su centro las 4 letras de la palabra inefable
(*46).
Después de terminado el templo de Jerusalén, el Rey Salomon estableció una escuela de
arquitectura en Jerusalén, en la que los obreros del templo recibiesen la instrucción requerida y
los medios de llegar a la perfección en el «Arte Real»; pero con la muerte de Hiram, el alma de
la obra había desaparecido. La obra del Gran Maestro debía quedarse sin acabar; es por ello que
para los Masones « llueve en el templo», que espera todavía su techo (*11). Los obreros se
separaron, se repartieron a través del mundo, propagando las doctrinas de las corporaciones de
contructores y los altos conocimientos de la construcción del templo.
- Destrucción y reconstrucción del templo -
El décimo-octavo año de su Reino (606 antes de Jesucristo), Nabuco-donosor, Rey de
Babilonia, a la cabeza de sus soldados Asirios (Persos) sitió 18 meses a Jerusalén y tuvo
victoria sobre los hebreos. Como represalia a esta resistencia, ordenó a su general Nabuzardan
que destruyese la ciudad y el Templo hasta sus cimientos y que los habitantes de Jerusalén
fueran conducidos cautivos a Babilonia y reducidos a la esclavitud.
Antes la invasión babilónica, los fieles Maestros Masones destruyeron el delta de oro que
contenía el nombre inefable del Gran Arquitecto del Universo para evitar que el sagrado
depósito fuera profanado por los Asirios.
Muchos años más tarde, el Príncipe judío Sasbatzer (Zorobabel por los Persos), defendió
la causa de los hebreos ante el Rey Cirus (Ciro) de Persia quien, durante un sueño, había
recibido la orden de Dios de liberar a los hebreos.
Fueron liberados de su cautiverio en Babilonia y pudieron retornar a Jerusalén después de
70 años de cautiverio y construir un nuevo templo con la protección y ayuda económica que el
Rey Ciro les ofreció (*46). El Rey ordenando que les fueran restituidos los ornamentos y joyas
que pertenecían al templo.
Zorobabel fue nombrado Gobernador de Judea y, ayudado del gran sacerdote Josué y del
profeta Agée, reanima la energía desfalleciente de las logias obreras que subsistían en Judea
para la reconstrucción del templo. Sus vecinos, los Samaritanos, a pesar de ser igualmente
vasallos del Rey de Persia, se negaron a pagar el tributo ordenado por Ciro para la
reconstrucción del templo y se propuesieron impedirla por la fuerza, atacando constantemente a
los hebreos, oponiéndose a que se efectuasen los trabajos. Temerosos de los ataques de sus
enemigos, los hebreos manejaban las herramientas de construcción con una mano y con la otra,
empuñaban constantemente la espada para defenderse en cualquier momento en que intentaran
sorprenderlos sus enemigos. Zorobabel, acompañado de 5 emisarios de la pentarquia hebrea,
reclamaron al Rey Darius (Dario), sucesor de Ciro, el cumplimiento de la promesa de
protección y ayuda ofrecida al pueblo de Israel por su antecesor. El Monarca expidió un decreto
en el cual condenaba a la pena de muerte a todos los que perturbasen a los hebreos en la obra de
reconstrucción de la ciudad de Jerusalén y de su templo. Gracias a este decreto, los hebreos no
fueron molestados mas en lo sucesivo y pudieron terminar la obra en el año 535 A de C (*46).
El Templo de Jerusalén sufrió mucho durante el curso de la historia. El fue en efecto sitiado
por Nabuconodosor y por Lysias, invadido por Pompey, robado por Crasus, saqueado por
Sosius, y después remodelado con gran esplendor por Herodes en el año 20 antes de Jesucristo
(*47). Por fin, fue incendiado en el año 70 D de C por los éjercitos del general Romano Titus
(Tito Vespasiano); tal como lo predijo Jesús a uno de sus díscipulos: «...Tu ves esos grandes
edificios, no qudará piedra sobre piedra que no sea derribada...» (Marco XIII 1-2, Mateo XXIV-2,
Lucas XXI-6) (*1). Tito hizo trasladar a Roma los sagrados ornamentos del templo que pasaron a
formar parte del tesoro de los palacios Imperia
- La propagacion del conocimiento en Europa
Despues de la invasion asiria, las logias de constructores fueron disueltas y los obreros se
esparcieron por el oriente y por el occidente. Segun la leyenda, uno de ellos: Ninus Gracus,
aporta a Roma los secretos de la construccion del templo de Jerusalen. En el siglo VII A. d C,
los Dionisianos, sacertodes arquitectos del Dios Dionisis (Baco), que disponen de una [ Pobierz całość w formacie PDF ]
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se les entregara a los emisarios del Rey Salomón. Quince Maestros, acompañados de una fuerte
escolta se apoderaron de los 2 criminales, los cargaron de cadenas y los llevaron a Jerusalén
para ser juzgados y luego martirizados y decapitados; sus cabezas fueron clavadas sobre las
puertas de Jerusalén (*46).
- El Delta sagrado -
Desde una época muy remota, cuando vivía el patriarca Enoch, nadie pudo decir el
verdadero nombre de Dios hasta que el fue pronunciado por el propio Yahvé cuando apareció a
Moisés en la zarza encendida (*1). El legislador del pueblo Hebreo mandó hacer una gran
medalla de oro, en la que grabó el nombre sagrado de Dios y la colocó en el Arca de la alianza.
En la época de Samuel, los Filisteos se apoderaron de la Arca y fundieron la gran medalla
de oro para construir un ídolo, de tal manera que el nombre de Dios quedó perdido para
siempre.
El nombre sagrado subsistía solamente sobre el delta de oro empotrado en la piedra de
ágata gravado por Enoch; pero nadie conocía la localización del sitio donde el patriarca biblíco
habia disimulado el precio secreto 2.770 años antes.
Salomón quiso tener el delta de oro para consagrar el templo de Jerusalén a la gloria del
«Gran Arquitecto del Universo» y ordenó a tres Maestros: Zabulón, Satolkin y Yehu-Aber de
ponerse a buscar la bóveda secreta de Enoch para extraer la piedra y el delta gravado. Después
de grandes estudios y penosos viajes, los 3 Maestros lograron descubrir la entrada de la bóveda
subterránea en la cual encontraron el cubo de ágata, en una de cuya cara estaba incrustada un
triángulo de oro muy brillante que tenía esculpido en su centro las 4 letras de la palabra inefable
(*46).
Después de terminado el templo de Jerusalén, el Rey Salomon estableció una escuela de
arquitectura en Jerusalén, en la que los obreros del templo recibiesen la instrucción requerida y
los medios de llegar a la perfección en el «Arte Real»; pero con la muerte de Hiram, el alma de
la obra había desaparecido. La obra del Gran Maestro debía quedarse sin acabar; es por ello que
para los Masones « llueve en el templo», que espera todavía su techo (*11). Los obreros se
separaron, se repartieron a través del mundo, propagando las doctrinas de las corporaciones de
contructores y los altos conocimientos de la construcción del templo.
- Destrucción y reconstrucción del templo -
El décimo-octavo año de su Reino (606 antes de Jesucristo), Nabuco-donosor, Rey de
Babilonia, a la cabeza de sus soldados Asirios (Persos) sitió 18 meses a Jerusalén y tuvo
victoria sobre los hebreos. Como represalia a esta resistencia, ordenó a su general Nabuzardan
que destruyese la ciudad y el Templo hasta sus cimientos y que los habitantes de Jerusalén
fueran conducidos cautivos a Babilonia y reducidos a la esclavitud.
Antes la invasión babilónica, los fieles Maestros Masones destruyeron el delta de oro que
contenía el nombre inefable del Gran Arquitecto del Universo para evitar que el sagrado
depósito fuera profanado por los Asirios.
Muchos años más tarde, el Príncipe judío Sasbatzer (Zorobabel por los Persos), defendió
la causa de los hebreos ante el Rey Cirus (Ciro) de Persia quien, durante un sueño, había
recibido la orden de Dios de liberar a los hebreos.
Fueron liberados de su cautiverio en Babilonia y pudieron retornar a Jerusalén después de
70 años de cautiverio y construir un nuevo templo con la protección y ayuda económica que el
Rey Ciro les ofreció (*46). El Rey ordenando que les fueran restituidos los ornamentos y joyas
que pertenecían al templo.
Zorobabel fue nombrado Gobernador de Judea y, ayudado del gran sacerdote Josué y del
profeta Agée, reanima la energía desfalleciente de las logias obreras que subsistían en Judea
para la reconstrucción del templo. Sus vecinos, los Samaritanos, a pesar de ser igualmente
vasallos del Rey de Persia, se negaron a pagar el tributo ordenado por Ciro para la
reconstrucción del templo y se propuesieron impedirla por la fuerza, atacando constantemente a
los hebreos, oponiéndose a que se efectuasen los trabajos. Temerosos de los ataques de sus
enemigos, los hebreos manejaban las herramientas de construcción con una mano y con la otra,
empuñaban constantemente la espada para defenderse en cualquier momento en que intentaran
sorprenderlos sus enemigos. Zorobabel, acompañado de 5 emisarios de la pentarquia hebrea,
reclamaron al Rey Darius (Dario), sucesor de Ciro, el cumplimiento de la promesa de
protección y ayuda ofrecida al pueblo de Israel por su antecesor. El Monarca expidió un decreto
en el cual condenaba a la pena de muerte a todos los que perturbasen a los hebreos en la obra de
reconstrucción de la ciudad de Jerusalén y de su templo. Gracias a este decreto, los hebreos no
fueron molestados mas en lo sucesivo y pudieron terminar la obra en el año 535 A de C (*46).
El Templo de Jerusalén sufrió mucho durante el curso de la historia. El fue en efecto sitiado
por Nabuconodosor y por Lysias, invadido por Pompey, robado por Crasus, saqueado por
Sosius, y después remodelado con gran esplendor por Herodes en el año 20 antes de Jesucristo
(*47). Por fin, fue incendiado en el año 70 D de C por los éjercitos del general Romano Titus
(Tito Vespasiano); tal como lo predijo Jesús a uno de sus díscipulos: «...Tu ves esos grandes
edificios, no qudará piedra sobre piedra que no sea derribada...» (Marco XIII 1-2, Mateo XXIV-2,
Lucas XXI-6) (*1). Tito hizo trasladar a Roma los sagrados ornamentos del templo que pasaron a
formar parte del tesoro de los palacios Imperia
- La propagacion del conocimiento en Europa
Despues de la invasion asiria, las logias de constructores fueron disueltas y los obreros se
esparcieron por el oriente y por el occidente. Segun la leyenda, uno de ellos: Ninus Gracus,
aporta a Roma los secretos de la construccion del templo de Jerusalen. En el siglo VII A. d C,
los Dionisianos, sacertodes arquitectos del Dios Dionisis (Baco), que disponen de una [ Pobierz całość w formacie PDF ]